Destacando la importancia de las Escuelas de Padres

Siempre que hablo de la función educadora de la familia, no puedo pensar en ningún momento que las escuelas de padres no sean de vital importancia para el desarrollo en el aprendizaje general de nuestra sociedad y para conseguir que el día de mañana tengamos personas de a pie más autónomas.

Este tipo de instituciones que facilitan la formación de padres y madres no excluyen a los docentes como responsables de una inserción de aprendizajes, pero si es cierto que la familia es, y aunque suene repetitivo, el primer ente socializador del individuo y que por eso contiene un amplio poder de fomentar aprendizajes acordes con sus descendientes facilitando de esta forma la transmisión de valores que deben ser democráticos y sin olvidar nunca que cada hijo es único comprendiendo así que la atención a la diversidad no solo debe tenerse en cuenta en las aulas si no también en el propio eje del hogar como primera instancia.

En una etapa histórica en la que los cambios son cada vez más rápidos y fuertes, por diferentes factores que no voy a entrar a analizar en esta reflexión, parece ser que los pensamientos basados en el hedonismo están en un completo auge debido al conformismo al que se vive a diario en los hogares españoles. Es fácil llevar a los hijos por las mañanas a los centros educativos y “aparcarlos” en su interior, pero además por la tarde el salón de la casa se convierte en un nuevo “aparcamiento” debido a que allí se encuentra el elemento que a cualquier niño embelesa, lógicamente no hablo de otro que no sea el televisor. Aunque eso sea lo fácil y lo más cómodo para un padre o madre es conveniente saber que el aprendizaje continua en casa y que si es necesario sentarse con un hijo mientras hace los deberes esto debe realizarse, asegurándonos de este modo que el niño no adquiere deficiencias en el aula a diario.

Para esto no hace falta tener una planificación escrita de gran índole como podría ser la de una unidad didáctica de un profesional de a educación pero si al menos tener la predisposición diaria, siempre que se pueda, de intentar preocuparte por el desarrollo del niño o niña sabiendo de esta forma que los influjos que se perpetuán en la familia son tremendamente importantes para dar al mundo individuos de provecho el día de mañana. Con esto no se quiere decir en ningún momento que se deba transmitir al infante una ansiedad por su continuo proceso de aprendizaje, facilitándole tiempo para su ocio y tiempo libre propios de una etapa pueril.

De esta forma creo que doy suficientes razones para que se fomente la formación de padres como elemento de orientación y ayuda por parte de cualquier comunidad educativa y así promover acciones que permitan que en los hogares no se mantenga el conformismo establecido en una sociedad actual en la que todo parece suceder de forma rápida menos las relaciones educativas que entienden de un carácter lento con frases típicas escuchadas en los vecindarios como podría ser por ejemplo esa de “deja al niño, ya aprenderá, aun es pequeño”.

Por eso y bajo mi humilde punto de vista no entiendo las teorías hedonomistas ya que desde su propia definición ya hay tal simpleza argumental y tan poca concordancia que parece más una visión utópica y quijotesca que realista y coherente, que favorece al individualismo con su visión de que el placer todo lo puede cayendo en el error de que nuestro regodeo puede significar un mal para el prójimo y de una forma más generalizada para el país en general que ni mucho menos necesita de personas poco autónomas y mal educadas fáciles de instruir en ideologías o religiones de cualquier tipo ya que como está demostrado a menor nivel intelectual más fácil es la manipulación por parte de los que tienen poder.

Por eso, tanto padres como educadores, intentemos que esto no ocurra con el futuro de nuestros pequeños y adolescentes ya que en realidad esa es nuestra primordial labor.

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